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La increíble historia de Painless Parker, el dentista viajero

a tumba de Edgard Randolph Parker, en Saratoga (California), podría pasar desapercibida. Su hija se aseguró de que no hubiera ninguna pista para que se supiera que esta tumba pertenecía a “Painless” (sin dolor) Parker, el dentista más famoso de Estados Unidos.

Painless Parker no era solo un apodo. En 1915 se cambió legalmente su nombre original a este para poder seguir trabajando en California, donde exigían a los dentistas que trabajaran bajo su nombre legal. Durante esa época, las visitas al dentista no eran algo usual para la mayoría de la gente y la lista de pacientes de Parker era bastante pequeña debido a la fuerte competencia con otros odontólogos y al miedo al dentista de la gente.

Desesperado, Parker alquiló un cuarto en una ciudad cercana a New Brunskwick, su ciudad natal, y salió a las calles armado con una jeringa cargada con cocaína aguada a la que llamaba “hidrocaína”. Su método para atraer pacientes era sencillo: conseguía atraer la atención de los transeúntes, les hablaba de la salud dental y les ofrecía un trato: extraerles dientes por sólo 50 centavos y sin que estos sintieran dolor. Si no quedaban satisfechos, Parker les pagaría cinco dólares.

El narcótico funcionaba, por lo que Parker comenzó a ganarse la vida como dentista viajero. Su ritual siempre era el mismo: al llegar a una nueva ciudad, lo primero que hacía era pedir una mecedora prestada para sus pacientes.

Unos años más tarde, Painless Parker se fue a vivir con su familia a Nueva York, donde volvió a pasar dificultades hasta que conoció a William Beebe, un exempleado de un empresario y artista circense, Taylor Barnum, recordado por sus engaños en el mundo del entretenimiento.

Fue entonces cuando Parker y Beebe planearon algo insólito: publicitar a Parker y hacer de su acción (extraer dientes) todo un espectáculo, giras incluidas. En medio del bullicio de las calles, un músico o una banda tocaban para llamar la atención. Y también, por qué no decirlo, para disimular los gritos del paciente.

Los Angeles

Pronto empezaron a llegar más y más clientes. A pesar de que Parker era un dentista experimentado, el hecho de que también tuviera una faceta de “showman” siempre hizo que parte de los ciudadanos lo calificara de “curandero” y “charlatán”. De hecho, Painless Parker estaba continuamente inmerso en pleitos judiciales luchando contra los límtes de la publicidad o por denuncias ante su falta de legitimidad o “ética”.

Tras la repentina muerte de Bebbe, pasados unos años Parker compró un circo ambulante y se convirtió en su maestro de ceremonias. La idea era tan surrealista como atractiva: el público podía ver a los elefantes y el resto de actos propios del circo mientras él sacaba dientes. Durante esta etapa, Parker trató incluso a un hipopótamo llamado Lucas.

La preocupación de este dentista por las bacterias y la esterilización lo llevó a abandonar sus demostraciones públicas al aire libre y empezó a presentar películas educativas sobre el cuidado bucal en su oficina.

Tras su muerte, su oficina de Los Angeles sigue existiendo y hoy aún es un consultorio de odontología. De hecho, y haciéndole honor a su gusto por la publicidad, podemos encontrar un enorme anuncio en el techo con una boca sonriente.

Oficina Painless Parker

No lo olvides, si quieres que tu boca se vea siempre así de sonriente, contacta con nosotros. No tenemos elefantes ni hipopótamos en la consulta, pero te aseguramos una visita tranquila, segura, profesional y, por supuesto, sin dolor.

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